Pongo en la altiva mente el fijo esfuerzo
de la altura, y a la suerte dejo,
y a sus leyes, el verso;
Que, cuando es alto y regio el pensamiento,
súbdita la frase lo busca
y el esclavo ritmo le sirve.
Ricardo Reis
Tres
notas breves sobre la obra de Ricardo Reis
1- Del
nacimiento de su obra:
El
Dr. Ricardo Reis nació dentro de mi alma el día 20 de enero de 1914, hacia las
11 horas de la noche. Estuve oyendo el día anterior una discusión extensa sobre
los excesos, especialmente de realización, del arte moderno. Según mi proceso
de sentir las cosas sin sentirlas, me fui dejando ir en la ola de esa reacción
momentánea. Cuando reparé en qué estaba pensando, vi que había erguido una
teoría neoclásica, y que la iría desarrollando. La encontré hermosa e imaginé
interesante que fuera desarrollada según principios que no adopto ni acepto. Se
me ocurrió la idea de volverla un neoclasicismo “científico” (…) reaccionar
contra dos corrientes tanto el romanticismo moderno, como contra el
neoclasicismo a lo Maurras (…).
Fernando
Pessoa
(En
Páginas Íntimas e de Auto-Interpretação, pp.385-386. Texto assinado por
Fernando Pessoa.)
2- De
un proyecto de prólogo a sus obras
Se
resume en un epicureísmo triste toda la filosofía de la obra de Ricardo Reis.
Intentaremos sintetizarla.
Cada
uno de nosotros—opina el poeta— debe vivir su propia vida, aislándose de los
otros y buscando apenas, dentro de una sobriedad individualista, lo que le
agrada y le place. No debe buscar los placeres violentos, y no debe huir a las
sensaciones dolorosas que no sean extremas.
Buscando
el mínimo de dolor o gozo, el hombre debe procurar sobre todo la calma, la
tranquilidad, absteniéndose del esfuerzo y de la actividad útil.
Esta
doctrina, la da el poeta por temporal. Es entre tanto los bárbaros (los
cristianos) dominan, que la actitud de los paganos debe ser ésta. Una vez
desaparecido (si desapareciera) el imperio de los bárbaros, la actitud podrá
entonces ser otra. Por ahora no puede ser sino ésta.
Debemos
buscar darnos la impresión de la calma, de la libertad y de la felicidad, cosas
inalcanzables porque, en cuanto a la libertad, los propios dioses—sobre los que
pesa el Hado— no la tienen; en cuanto a la felicidad, no la puede tener quien
está exiliado de su fe y del medio donde su alma debía vivir; en cuanto a la
calma, quien vive la angustia compleja de hoy, quien vive siempre a la espera
de la muerte, difícilmente se puede fingir calmo. La obra de Ricardo Reis,
profundamente triste, es un esfuerzo lúcido y disciplinado para obtener una
calma cualquiera.
Todo
esto se apoya en un fenómeno psicológico interesante: en una creencia real y
verdadera en los dioses de la Grecia antigua, admitiendo a Cristo como un dios
más, pero nada más—idea de acuerdo con el paganismo y tal vez inspirada por la
idea (puramente pagana) de Alberto Caeiro de que el Niño Jesús era “el dios que
faltaba”.
Frederico
Reis
(En
Ibid. pp.386-387)
3-
Una nota crítica sobre su poesía:
Nuestro
Ricardo Reis tuvo una inspiración feliz si es que él usaba la inspiración, por
lo menos fuera de las explicaciones, cuando redujo a seis líneas su arte
poética:
No
el arte poética, sino la suya propia.
Que él ponga en la mente activa el vivo esfuerzo sólo de la “altura” (sea eso
lo que fuera), concedo, si bien que me parezca estrecha una poesía limitada al
poco espacio que es propio de los pináculos. Pero la relación entre la altura y
los versos de un cierto número de sílabas me es aún más velada. Y, es curioso,
el poema, salvo la historia de la altura, que es personal, y por eso queda con
Reis, y que además guarda para sí, está lleno de verdad:
Que
quando é alto e régio o pensamento,
Súbdita a frase o busca
E o escravo ritmo o serve.
Resaltando
que pensamiento debe ser emoción, y, otra vez, la tal altura, es cierto que,
concebida fuertemente la emoción, la frase que la define se hace espontánea, y
el ritmo que la traduce surge por la frase misma. No concibo, sin embargo, que
las emociones, ni aún las de Ricardo Reis, sean universalmente obligadas a ser
odas sáficas o alcaicas, y que Reis, ya diga que es un muchacho valiente, o que
diga que tiene pena de morir, lo tenga que forzosamente hacer en frases
súbditas que doblemente son más largas y más cortas, y en ritmos esclavos que
no pueden acompañar las frases súbditas sino en diez sílabas (endecasílabo)
para las dos primeras y seis sílabas(heptasílabo) para las segundas, en una
gradación de paso desconcertante para la emoción.
No
censuro a Reis más que a cualquier otro poeta. Lo aprecio, realmente, y para
decir la verdad, por encima de muchos, de muchísimos. Su inspiración es
estrecha y densa, su pensamiento compactamente sobrio, su emoción real si bien
demasiadamente vuelta hacia el punto cardinal llamado Ricardo Reis. Pero es un
gran poeta—aquí lo admito—, si es que hay grandes poetas en este mundo fuera
del silencio de sus propios corazones.
Álvaro
de Campos (En Obra poética, Aguilar, 1985)
Traducción del portugués de Mario Bojórquez